28 de octubre de 2008

YACIMIENTOS PLEISTOCENOS EN EXTREMADURA


Los asentamientos de grupos humanos neardentales en función de los materiales líticos y su ubicación espacial.

© Copyright JUAN GIL MONTES 2008


I. EL TERRITORIO


I.1. Características geográficas

Durante el Pleistoceno Medio, periodo comprendido entre -700.000 y -100.000 años de antigüedad, el paisaje de la región extremeña se configuraba de acuerdo con los siguientes condicionamientos físicos y biogeográficos:

  • Nuestra natural posición geográfica en el extremo occidental de la submeseta meridional.
  • La proximidad atlántica, con dominio del anticiclón de Las Azores, que proporciona al territorio extremeño uno de los índices de radiación solar peninsulares más elevados.
  • Una geología compleja, donde afloran las rocas más antiguas de la península fuertemente erosionadas, plegadas y fracturadas, con extensas y profundas cuencas lacustres rellenas de sedimentos detríticos modernos.
  • Su topografía, con altitudes medias relativamente bajas, con predominio de las llanuras y las penillanuras. Un territorio de amplios horizontes, sin fronteras netas, con gran accesibilidad y permeabilidad para las diferentes especies de animales y de homínidos.
  • El clima regional, determinado por esta posición geográfica y nuestra orografía, se caracterizaría, al igual que hoy, por veranos de elevadas temperaturas y escasas lluvias que dan paso gradualmente a suaves y prolongados inviernos con precipitaciones no muy abundantes en la mayor parte del territorio.
  • Variados ecosistemas de rica diversidad biológica, con claro desarrollo de los bosques abiertos de quercínias, que ofrecen gran resistencia a las escasas lluvias y a las elevadas temperaturas estivales, así como el crecimiento estacional en los claros de extensos y ricos pastizales de invierno y primavera.
  • Existencia de rutas naturales, frecuentadas por las migraciones periódicas de grandes herbívoros, que buscarán el alimento entre los pastizales de invierno y primavera de las depresiones del Tajo y del Guadiana y los de verano de la meseta del Duero y del Macizo Central.
Es en este paisaje marco en el que se incorporan los homínidos, como especies cazadoras y recolectoras, dependientes para su supervivencia tanto de los grandes herbívoros como de los frutos de los bosques abiertos de quercínias.

Los ricos pastos de la penillanura extremeña atraen las migraciones
de los grandes herbívoros
del Pleistoceno


I.2. Características geológicas


Desde un punto de vista geológico la región extremeña si sitúa en las zonas Centroibérica y de Ossa Morena del Macizo Hespérico de la península Ibérica. Lo más característico de esta región cratonizada es la existencia de amplias penillanuras en las que afloran rocas muy antiguas de la era arcaica: pizarras y grauvacas, separadas por estrechos sinclinorios ocupados por rocas de la era primaria: cuarcitas, pizarras, calizas , areniscas y conglomerados.

Estos materiales paleozoicos fueron plegados durante la orogenia hercínica, a finales del periodo carbonífero -con una dirección dominante NW-SE, típica del relieve apalachiano extremeño- constituyendo las Sierras de San Pedro, Las Villuercas, Monfragüe, Tentudía, Hornachos, etc.

No existen, sin embargo, terrenos del mesozoico, era geológica durante la cual la región estaba ya emergida y en consecuencia, sometida a un arrasamiento generalizado que se prolongó durante toda la era terciaria.

Otra característica de esta región es la profusión de grandes plutones graníticos, orientados también en la dirección hercínica: Batolito de Araya, Batolito de los Pedroches, etc.; que han quedado al descubierto por los fenómenos erosivos y tectónicos llevados a cabo durante las eras secundaria y terciaria.

En la era terciaria, el Escudo Hespérico sufrió los efectos de la orogenia alpina y se fracturó en numerosos bloques, algunos de los cuales se hundieron originando profundas fosas o depresiones lacustres bien definidas, que posteriormente se rellenaron de materiales detríticos: arcillas, arenas y gravas de la fosa del Tajo-Tiétar, fosa del Alagón, depresión del Guadiana, etc.

Durante el pliocuaternario estas depresiones tectónicas terminaron colmatándose con los materiales cuarcíticos de las “Rañas” y, sobre ellos, se instala la red fluvial actual que los disecciona y los moviliza a través de sus cauces, creando varias terrazas con abundantes cantos rodados de cuarzos y cuarcitas.


I.3. Geomorfología

Dada su amplitud, la penillanura extremeña es el rasgo geomorfológico que otorga más personalidad al territorio que se extiende entre las alineaciones montañosas del Sistema Central de Gredos, al norte, y las estribaciones de Sierra Morena al sur. Territorio surcado de este a oeste por dos grandes arterias fluviales: el Tajo en la provincia de Cáceres y el Guadiana en la provincia de Badajoz. Separando ambas cuencas hidrográficas se encuentran las elevaciones, arrasadas y desconectadas, de las Sierras de Las Villuercas, la Sierra de Montánchez y la Sierra de San Pedro.

La penillanura que se extiende alrededor de estos macizos orográficos se desarrolla en torno a los 400 metros de altitud, con una suave inclinación occidental que determina el flujo de toda la red fluvial hacia el Atlántico.

La penillanura trujillano-cacereña, originada sobre pizarras y granitos, se eleva lentamente mediante un movimiento epirogénico, lo que provoca que el río Tajo y su red hidrográfica se encaje en ella creando un profundo foso o “Ribero” de laderas muy escarpadas que solo puede ser vadeable en invierno en lugares muy puntuales, como Alconetar y Alarza, donde se localizan abundantes instrumentos líticos del pleistoceno medio, prueba indudable de la presencia de los homínidos en ambas márgenes de estos dos vados.

El Guadiana, después de cruzar los portillos de Cíjara y Puerto Peña se abre paso por extensas vegas, fácilmente vadeables, asentadas sobre los materiales terciarios de facies continental depositados en las depresiones Sereniana (Vegas Altas) y Augustana (Vegas Bajas) que constituyen hoy una rica comarca agrícola. Lo mismo cabe decir de las Vegas del Alagón y del Tietar, afluentes del Tajo, pero no tan encajados como éste y que circulan por los terrenos de facies lacustres de sus respectivas fosas tectónicas.

En todas estas vegas se extienden amplios depósitos aluviales de recubrimiento, con abundantes cantos rodados de cuarcitas y otras rocas duras, que fueron aprovechadas por los homínidos del pleistoceno medio para tallar sus herramientas.

Familia de Neardentales del Pleistoceno Medio


II. LITOLOGIAS: LAS MATERIAS PRIMAS



La caracterización litológica de las “materias primas” que utilizaron los homínidos del pleistoceno medio para confeccionar sus instrumentos abarca todos los materiales rocosos que ofrecen una elevada consistencia y dureza; tanto los pertenecientes al paleozoico (cuarcitas), como los de determinadas rocas filonianas (cuarzos y lamprófidos) y metamórficas (corneanas); así como los depósitos terciarios de naturaleza silícea (silex).

Las principales características estratigráficas, petrográficas y geomorfológicas de estas rocas, relacionadas con sus posibles aplicaciones durante el Pleistoceno, se describen a continuación. (Mapa Geológico de Extremadura: http://sinet3.juntaex.es/sigeo/web/run.asp).


El complejo esquisto-grauváquico:

Es una sucesión de rocas metamórficas de edad precámbrico superior-cámbrico inferior (700-550 millones de años): pizarras, esquistos y grauvacas en sentido amplio, derivadas de la transformación por presiones y temperaturas elevadas de una potente serie de sedimentos marinos de naturaleza detrítica (arcillas y areniscas). El espesor total de la sucesión es difícil de establecer ya que se encuentra muy plegada y fracturada por las orogenias posteriores.

Estos materiales son relativamente blandos por lo que no fueron utilizados para la fabricación de herramientas líticas, se encuentran superficialmente muy meteorizados y arrasados por los agentes erosivos, constituyendo la extensa penillanura trujillano-cacereña, donde las únicas rocas que destacan son las más resistentes, generalmente grauvacas, en forma de los típicos “dientes de perro”, característicos del paisaje centro extremeño y de la comarca de La Serena.


Rocas graníticas:

Constituyen enormes afloramientos intrusivos de rocas plutónicas llamados batolitos, como el de Cabeza Araya, que se extiende desde Cáceres hasta la frontera con Portugal, el de la Sierra de Gredos, el de la Sierra de Montanchez, el de Quintana de la Serena, etc. Petrográficamente han podido distinguirse varios tipos de granitos, todos ellos posthercínicos: Granitos de grano grueso, granitos de grano fino, granodioritas, cuarzodioritas, dioritas, gabros, etc.

Normalmente, todas estas rocas graníticas se encuentran superficialmente muy alteradas por meteorización, constituyendo berrocales como Los Barruecos de Malpartida de Cáceres, El Berrocalillo de Plasencia, etc. O bien, extensos arenales de lehm granítico, algunos de los cuales son explotados hoy para la obtención de áridos finos (“jabre”) que se utilizan en la construcción.

En estas explotaciones de áridos, situadas en El Millar y El Majón, entre Malpartida y Cáceres, se han hallado numerosos instrumentos líticos, extraídos durante la excavación del “jabre” y de los exiguos mantos aluviales que recubren estas rocas graníticas, los cuales contienen sedimentos detríticos groseros: cantos rodados de cuarzos y cuarcitas heredados de otras formaciones sedimentarias más antiguas de finales del terciario, o bien, arrastrados directamente por los arroyos desde los filones de cuarzo emplazados en el granito o desde los estratos de cuarcitas de las sierras próximas.

Excavaciones en el humedal de Vendimia, 2005. Malpartida de Cáceres.
Materiales cuarcíticos(cantos) y filonianos (cuarzos) sobre un manto de lehm granítico.
(Equipo de investigación Los Primeros Pobladores de Extremadura)


Rocas filonianas: cuarzos y lamprófidos

Se presentan asociadas a las rocas anteriormente descritas del C.E.G. y a los batolitos graníticos, a través de cuyas fracturas se han producido emanaciones de fluidos magmáticos de naturaleza silícea (SiO2) que al cristalizar dan origen a diques o filoncillos de diferentes variedades de cuarzos (lechosos, ahumados, hialinos, cristal de roca, etc.) los cuales fueron utilizados en grandes cantidades por los homínidos del pleistoceno medio, dada su abundancia y gran dureza. (El cuarzo ocupa el número siete de la escala de durezas de Mohs que tiene diez grados).

Otras intrusiones filonianas, menos abundantes en los granitos, son los lamprófidos, rocas filonianas básicas relacionadas con los diques de diabasas, cuyos minerales oscuros (silicatos ferromagnesianos) son muy duros, pesados y compactos, constituyendo también una buena “materia prima” para la fabricación de utensilios líticos. La mayor parte de los recogidos en superficie están pulimentados durante la época neolítica y solo algunos han sido tallados en el paleolítico.


Rocas metamórficas:

- Corneanas:


Formadas a elevadas temperaturas en las aureolas metamórficas de contacto que se extienden alrededor de los batolitos graníticos. Son rocas oscuras (azuladas o negras) que están constituidas por minerales tales como Cordierita, Andalucita, Hiperstena…, silicatos de aluminio, hierro y magnesio de gran dureza, razón por la cual constituyen una magnífica “materia prima” para la fabricación de instrumentos paleolíticos.

Dentro del llamado “Complejo Cacereño” se han encontrado algunas piezas de este duro material, cuya procedencia o “área fuente” habría que situarla en las cercanías de Los Barruecos y en el valle del río Salor, donde afloran corneanas en abundancia.


- Cuarcitas:

Se presentan normalmente en potentes bancos, de unos 5 - 100 metros de espesor, formados por rocas silíceas cristalinas, de colores generalmente claros (blancos, grises, rosados o marrones), también oscuras (negras y rojizas), y de edades correspondientes con los diferentes periodos de la era primaria.

Las cuarcitas son el resultado de la transformación metamórfica de sedimentos marinos costeros formados por arenas silíceas. Son materiales muy abundantes, de extremada dureza (cuarzos recristalizados) y elevada compactación, por lo que la mayor parte de los instrumentos paleolíticos localizados en Extremadura son de esta naturaleza.

Las “cuarcitas armoricanas”del periodo ordovícico de la era primaria, son las más potentes y constituyen las cresterías y los principales resaltes topográficos de las Sierras de San Pedro, de la Sierra de Cáceres, de Monfragüe, de Las Villuercas, etc

En ocasiones, se han localizado algunas piezas talladas de cuarcitas relacionadas con los “yacimientos primarios” de los estratos de estas sierras. Tal seria el caso de algunas bifaces encontradas en la cueva de Santa Ana durante las excavaciones del 2001-02, las cuales no presentan las típicas superficies de desgaste de los cantos rodados, por lo que pudieron ser extraídas “in situ” directamente de los bancos de cuarcitas próximos a esta cueva.

En estas sierras las cuarcitas se van fragmentando por gelivación, dando origen a pedreras que se deslizan por gravedad por las vertientes hasta las cabeceras de los arroyos, cuyas aguas las recogen y las movilizan, seleccionando los materiales por su densidad y su dureza a lo largo de sus cauces, donde constituyen excelentes “yacimientos secundarios” que fueron utilizados de modo preferente por los homínidos del Pleistoceno.

Bifaces de cuarcita de las terrazas de la Ribera del Marco.
Museo Arqueológico de Cáceres, n.º de inv.: D-7048.



- Calizas y dolomías:


Se trata de una serie de sedimentos paleozoicos marinos, algunos con fauna de crinoides y coralarios, de naturaleza carbonatada (Ca.Mg.CO3) y depositados en una plataforma somera arrecifal. Se encuentran muy metamorfizadas, con recristalizaciones de calcitas que les aportan una consistencia marmórea en profundidad, pero superficialmente están muy kartstificadas, originando un lapiaz irregular y múltiples conductos de disolución, con canales subsuperficiales y a veces cavernas de gran tamaño, que pudieron ser ocupadas por los homínidos desde el pleistoceno hasta el holoceno reciente.

Estas rocas calcáreas constituyen, dado el gran volumen que tienen de espacios huecos, magníficos acuíferos subterráneos. Es el caso de El Calerizo de Cáceres; El Cerro del Caracol, en Aliseda; La Sierra, de Fuente de Cantos, etc, de los que surgen caudales importantes de aguas bicarbonatadas que dan origen a los nacimientos de arroyos permanentes como la Ribera del Marco y el Alcor de Santa Ana, en Cáceres; el arroyo de Valdelasyeguas, en Aliseda; las fuentes de Fuente de Cantos, etc.

Estos recursos hidrogeológicos contribuirían, sin duda, en época estival y durante las prolongadas sequías, a la ocupación de las áreas cercanas tanto por los animales herbívoros como por sus predadores, entre los que incluimos a los homínidos pleistocenos.


Materiales terciarios: sílex, rañas.

Por lo que se refiere a los terrenos terciarios de recubrimiento de los materiales anteriormente descritos, se depositaron durante el mioceno y el plioceno en depresiones o en fosas tectónicas bien definidas; otras veces, se presentan como una especie de cobertera que fosiliza la penillanura. Los depósitos son continentales en régimen de sistemas de abanicos aluviales y poseen unos niveles de base arcillosos o margosos, a los que se superpone un nivel arcósico muy constante. A techo de estas arcosas existen diferentes capas irregulares de arcillas, areniscas y, en ocasiones, niveles calcáreos con lentejones de sílex de diferentes tonalidades.

Un ejemplo de lo anterior se constata en la fosa del Tajo-Tiétar, donde sobre las arcosas y arcillas miocenas se depositaron algunas capas calcáreas asociadas a yacimientos de sílex (SiO2). Material de elevada dureza y con superficies de rotura cortantes, por lo cual también fue muy utilizado como materia prima durante el pleistoceno. Los principales afloramientos extremeños se localizan en las terrazas del Tajo y Tiétar y en todo El Campo Arañuelo. (Navalmoral, Talavera la Vieja y Peraleda de la Mata).

Destacan también en el paisaje extremeño las amplias plataformas de las “rañas” pliocuaternarias, formaciones detríticas groseras depositadas de forma caótica sobre los materiales paleozoicos, graníticos o bien miocenos, sin ninguna estratificación y cuya potencia generalmente oscila entre los 1 y 10 m. Se trata de una formación conglomerática constituida por cantos subangulosos o redondeados de cuarcitas empastados en una matriz areno-arcillosa rojiza. El medio que originó estos depósitos puede considerarse el de un flujo en masa de fangos arcillosos con cantos de cuarcitas, desarrollado en un clima tropical con lluvias estacionales de gran intensidad. Estos cantos cuarcíticos están seleccionados en relación con la distancia al “área fuente” y los de mayor dureza fueron también utilizados como materia prima para confección de utensilios líticos durante el pleistoceno en las Rañas de Cañamero, Alía, Talaván, Castañar de Ibor, Galisteo, Garrovillas, etc.

Al fondo las plataformas de las Rañas de Cañamero en las cercanías de los crestones cuarcíticos de Las Villuercas



Materiales Cuaternarios: coluviones, terrazas y aluviones.

Los coluviones son derrubios de gravedad formados por cantos de cuarcitas angulosos empastados en una matriz arcillosa generalmente rojiza. Se localizan sobre las laderas de las sierras de cuarcitas y en las zonas de penillanura más próximas a estas elevaciones.

Las terrazas fluviales son superficies planas, estrechas, alargadas y cubiertas de mantos aluviales, separadas por escalones que interrumpen la pendiente y que deben su origen a la acción erosiva y sedimentaria de las aguas de los ríos durante los periodos glaciares e interglaciares del Pleistoceno. En Extremadura se encuentran bien desarrolladas en los cauces del río Guadiana y sus afluentes principales (3 niveles), pero no tanto en el Tajo dado su gran encajamiento, aunque son perceptibles varios niveles en los tramos medios del Alagón, Jerte y Tiétar.

Sedimentos aluviales (cantos rodados) de una terraza en el río Tajo


Los aluviones son arenas y gravas con cantos rodados, generalmente de cuarzos y cuarcitas, trasportados por los ríos y depositados en el fondo de los valles y en las llanuras de inundación de la red de drenaje principal. Corresponden a los depósitos más recientes, pero la mayoría de sus elementos rocosos han sido heredados de las Rañas, de los “rañizos” y de los coluviones.

Estos tres tipos de formaciones sedimentarias poseen cantos de naturaleza cuarcítica de una elevada dureza, sobre todo aquellos que han sido seleccionados durante un largo recorrido por la red fluvial. Los grupos humanos del pleistoceno medio los utilizaron en grandes cantidades en el Arroyo Celadilla, Arroyo del Millar de los Licenciados, en Cáceres; Arroyo del Tallón, Los Arenales y El Majón, en Malpartida de Cáceres, así como en las terrazas de los ríos Jerte, Alagón, Tiétar, Guadiana y sus afluentes.



III. LOS YACIMIENTOS

Hasta el momento actual de las investigaciones, hemos establecido una serie de zonas que presentan una configuración geomorfológica determinada y en las que se observa el asentamiento de grupos humanos en función de los restos líticos hallados:


1. Los “humedales”.

Se trata de yacimientos arqueológicos pleistocenos ubicados en el Complejo Cacereño, concretamente en las proximidades de zonas encharcadas en época estival, relacionadas con las arenas permeables de las vaguadas de los arroyos que conforman la margen derecha del río Salor y que discurren sobre el batolito granítico de Cabeza Araya.

Estas zonas presentan un sistema de poblamiento al aire libre y geológicamente se corresponden con materiales arenizados, producto de la meteorización de los granitos, y también, algunos lechos aluviales de poco espesor de gravas cuarcíticas procedentes de las serretas próximas.

Sobre el granito del batolito de Cabeza Araya se ha desarrollado un amplio berrocal con enormes bloques redondeados, “piedras caballeras” y “rocas en seta”, que destacan ligeramente sobre el nivel general de la penillanura, formando algunas elevaciones como La Cantera de Vendimia y Los Barruecos de Malpartida de Cáceres; y los Cerros de Cabeza Araya y de Santo Domingo en Navas del Madroño.

El encajamiento del río Salor en la penillanura cacereña no es muy acentuado, sobre todo en los tramos de nacimiento de los arroyos afluentes donde se ubican los humedales. Los sedimentos recientes (coluviales, aluviales y eluviales) de esta zona forman mantos de recubrimiento, bastante arrasados por la acción fluvial, que se extienden en amplias áreas desde las vertientes de las sierras cuarcíticas de Cáceres hacia los llanos de la penillanura circundante. Estos sedimentos están formados esencialmente por materiales detríticos de naturaleza silícea (cantos rodados de cuarzos y cuarcitas) empastados por una matriz areno-arcillosa.

La red fluvial actual ha movilizado estos materiales de cobertera, seleccionando los de mayor dureza y conformando los rellenos de las depresiones del relieve berroqueño con abundantes lechos de arenas y cantos rodados que fueron utilizados por los homínidos del Pleistoceno para la elaboración de sus herramientas.

Gravera cuarcítica del humedal del Alcor de Santa Ana (Cáceres)

2. Zonas cársticas.

Son yacimientos arqueológicos con un sistema de ocupamiento en cuevas formadas por la disolución de las rocas calizas y dolomías. El ambiente sedimentario de las cavidades cársticas resulta idóneo para los procesos de fosilización de los esqueletos de las diferentes especies de mamíferos pleistocenos, los cuales se conservan petrificados al quedar cubiertos por los depósitos carbonatados de los travertinos.

Extremadura presenta escasos afloramientos de rocas calcáreas, entre los que podemos citar los de: la Sierra de Alconera, Fuentes de León, Fuente del Maestre, Usagre, Los Santos, etc, en la provincia de Badajoz, y en la de Cáceres los de: El Calerizo, Sierra de Aliseda, Comarca de los Ibores, etc. De todos ellos, el único que actualmente se encuentra en proceso de excavación, dada su posible conexión con los humedales de Malpartida, es El Calerizo de Cáceres.

Desde el punto de vista estructural El Calerizo se encuentra formando parte del Sinclinal de Cáceres, estructura de plegamiento constituida por cuarcitas, pizarras y las referidas rocas calizas, el cual tiene varias decenas de kilómetros cuadrados de extensión y una profundidad superior a un km. Este enorme sinclinal se orienta en la dirección hercínica NW- SE y sus estratos se inclinan unos 60º al noreste. El conjunto está afectado por varios planos de fracturas, algunos de los cuales han sido ensanchados, por disolución de las calizas dolomíticas, originando cavidades como la Cueva de Maltravieso, la Cueva del Conejar y las de Santa Ana.

Cueva de Maltravieso (Calerizo de Cáceres), yacimiento con restos óseos y materiales líticos pleistocenos.
(Equipo de investigación Los Primeros Pobladores de Extremadura)


La forma resultante de la estructura anterior es la de un “fondo de saco” de contorno irregular, en el que cada uno de los materiales paleozoicos se sitúan en capas concéntricas, del mismo modo que las capas de una cebolla (media en este caso): En el núcleo de la estructura se encuentran los materiales más recientes (pizarras del carbonífero inferior); y hacia la zona externa se van sucediendo capas cada vez mas antiguas, por orden cronológico: Calizas, pizarras, cuarcitas… La capa más exterior la constituyen los materiales arcaicos del Complejo Esquisto-Grauváquico.


3. Zonas de terrazas y rañas.

Son yacimientos arqueológicos situados en zonas de llanuras, pero con relativa altitud respecto de los cauces fluviales circundantes, cubiertos de materiales detríticos, sobre todo cantos rodados de cuarcitas, materia prima fundamental para la fabricación de las herramientas paleolíticas.

Las terrazas son plataformas cubiertas por depósitos de arenas y gravas, con lechos de cantos rodados (inferiores a 25 cm.) que se encajan unos en otros en graderío. Corresponden a amplios mantos aluviales de los principales ríos y sus afluentes, excepto el Tajo, que en el tramo extremeño va muy encajado en la penillanura y, por ello, presenta varios desniveles erosivos, excepto en las depresiones tectónicas de Talavera la Vieja y de Alconétar donde hay algunas terrazas con materiales muy evolucionados de gran dureza.

El río Guadiana y algunos de sus afluentes principales no presentan nunca la terraza más antigua, distinguiéndose un sistema con tres niveles (A. Jorquera, 1998):

- Terraza primera (T-1), es la terraza actual del río que queda sólo a unos 3 metros de altura en sus inmediaciones y puede cubrirse por las aguas durante las grandes crecidas. Está constituida por arenas finas de tonos pardos, bien clasificadas, observándose en superficie estructuras de meandros y cauces abandonados.

- Terraza segunda (T-2), situada a 10-20 metros de altura, tiene gran extensión superficial y su anchura llega a 1 kilómetro máximo. Se encuentra siempre a una distancia del cauce actual inferior a 2 kilómetros. Sus materiales son cantos de cuarcitas redondeados de diámetro comprendido entre 1 y 25 centímetros y la matriz areno-arcillosa, siendo su potencia de 10 metros.

- Terrada tercera (T-3), es la que presenta mayor extensión superficial y potencia del sistema. Se sitúa entre los 45-60 metros de altura. Su morfología es la de un cordón paralelo al cauce actual del río, de 60 por 3,5 kilómetros de extensión. Está situada a una distancia variable entre 1 y 7 kilómetros del cauce, y tiene una potencia aproximada de 30 metros. Está formada por cantos de cuarcitas redondeados de diámetro inferior a los 25 centímetros, con matriz areno-arcillosa. Presenta estratificaciones internas y laminaciones cruzadas, intercalaciones de bancos de arenas y gravas con hiladas de cantos. Los materiales son de color rojo o pardo.


Las rañas: Constituyen una potente formación conglomerática muy típica de las estribaciones de las sierras cuarcíticas extremeñas, constituidas por cantos bien redondeados de cuarcitas unidos por una matriz arcillo-arenosa de color rojizo. La potencia de esta formación es muy variable, pudiendo llegar hasta los 10 m. de espesor. Se relacionan casi siempre con los relieves cuarcíticos más acusados: Sierra de las Villuercas, Sierra de San Pedro, Sierra de Monfragüe, etc, estando a veces en continuidad con los depósitos de ladera, glacis o piedemontes de estos mismos relieves.

Las rañas son sedimentos detríticos poco coherentes, de escasa compactación y por tanto, fácilmente erosionables, constituyendo depósitos de recubrimiento discordantes sobre los materiales pizarrosos precámbricos y paleozoicos de la penillanura extremeña. En las cuencas terciarias continentales del Guadiana, del Tajo-Tietar y del Alagón, se disponen también discordantes sobre los materiales arcillosos y arcósicos del periodo mioceno.

Las rañas deben su origen (E. Hernández-Pacheco, 1949) al clima tropical de finales del periodo plioceno de la era terciaria y principios del cuaternario, denominado Villafranquiense, en el límite plioceno-pleistoceno. Este clima, posiblemente “tipo sabana”, se alterna con periodos lluviosos de intensas precipitaciones estacionales que arrastran, en avalancha, todos los materiales erosionados en la etapa precedente árida y seca.

Las gravas cuarcíticas de las rañas son heterométricas y su granulometría desciende con la lejanía del “área fuente” que constituyen las sierras cuarcíticas. Cerca de estas sierras se pueden distinguir grandes bloques rocosos, así como los conos de deyección anchos y planos que formaron estos depósitos -producto de precipitaciones esporádicas pero muy intensas- originados al final de un proceso de peneplanización. La escorrentía, en lugar de producirse a lo largo de cauces determinados, típicos de un régimen más continuo de precipitaciones, lo hace bajo la forma de avalanchas de agua, sin canalizar, que se dispersan en forma de manto a partir de la zona de descarga.

El proceso de destrucción actual de las Rañas se produce por encajamiento de la red fluvial y el retroceso, por acción remontante, de las cabeceras de los arroyos, lo que origina un relieve amesetado (“mesas”) de laderas muy verticales que retroceden por solifluxión, por lo cual, éstas se rodean de una aureola de coluviones o “rañizos” que enmascaran el verdadero espesor de las Rañas y se extienden, cubriendo extensas áreas, por las vegas de la red fluvial actual. Estos materiales, semejantes a las Rañas y que regionalmente se denominan “rañizos”, algunos autores les han atribuido un origen claramente fluvial, relacionados con las terrazas, pero en realidad se han formado a expensas del desmantelamiento de los materiales poco compactados de las Rañas.

Canturral cuarcítico de la Rañas de Cañamero puesto de manifiesto durante las labores agrícolas

Los cantos de cuarcitas que constituyen todos estos depósitos pliocuaternarios están muy seleccionados, por rodamiento a través del largo recorrido que han tenido desde el “área madre” de las sierras. Como consecuencia, presentan una gran dureza, (los blandos se destruirían durante el transporte sufrido), propiedad física que fue aprovechada para la fabricación de utensilios líticos por los homínidos del pleistoceno. Se han encontrado tallados abundantes cantos cuarcíticos de elevada dureza en las Mesas de las Rañas de Cañamero, Alía, Castañar de Ibor, Talaván, Garrovillas, Cañaveral, Galisteo, Cáceres, Montánchez, Alcuéscar, Mérida, etc.

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